Mi Historia

Soy psicóloga, psicoterapeuta y Coach de Emociones

Nací en Quito, el 1 de febrero de 1975, a eso de las tres de la tarde…

Estudié en un colegio católico tooooda mi vida desde los 4 años hasta los 17, muchas de mis mejores amigas las encontré en este tiempo. En la universidad estudié Ingeniería en Sistemas y años más tarde Psicología, al estudiar la primera carrera seguí el camino marcado, ya para la segunda empezaba a salir de la caja, es decir, dejé de cumplir las expectativas y deseos de otros.

Me embarqué en varias aventuras después de graduarme, me casé, me embaracé de mi primera hija, empecé a trabajar. Los cambios fueron intensos y los disfruté, sin embargo, había algo que faltaba en mi vida, y era precisamente hacer algo en donde yo pudiera aplicar mi talento y mi pasión, la decisión de estudiar Psicología surgió de esa raíz y otras tantas del momento…

Decidí dedicarme a lo que hago mejor: escuchar a la gente, trabajar para ayudarles a reconocer y gestionar sus emociones, valorar su ser, encontrarse a sí mismos.

EL punto álgido

La década de los 30 estuvo cargada de actividades fantásticas y a la vez muchos retos en la vida de pareja, nació mi segundo hijo y decidí hacer una maestría en Terapia Sistémica Breve; viéndolo en retrospectiva, fui una verdadera máquina de trabajo, me siento orgullosa de la energía que desplegué, y ahora sé que con más enfoque habría sido mejor encaminada esa energía.

Llegué al punto más alto que podía llegar en mi trabajo, y cuando me di cuenta de eso, dentro de mi malestar, tomé una decisión que me pesó, sobre todo en el aspecto económico. Renuncié a ese trabajo de años, y empecé a trabajar en un negocio familiar. Mi error fue que desconocía absolutamente lo que esto implicaría a nivel profesional y personal. Descubrí mi acierto años después, cuando reconocí que esa decisión me catapultó hacia el auto-conocimiento y a encontrar lecciones en cada caída.

Ahora me doy cuenta de que las decisiones no son buenas ni malas, son lo que decido hacer yo con ellas. He aprendido muchísimo sobre mí misma, estoy soltando creencias que me ataron, algunas todavía las tengo y sigo trabajando, creciendo y estirándome. Lo que ya no tengo es apuro ni miedo de soltar, sé que es un proceso.

Decidí dedicarme a lo que hago mejor: escuchar a la gente, trabajar para ayudarles a reconocer y gestionar sus emociones, valorar su ser, encontrarse a sí mismos.

Hoy tengo un objetivo claro, un hermoso propósito que descubrí y sigo descubriendo cada vez que tengo la oportunidad de servir e impactar la vida de la gente. Me emociono muchísimo cuando recibo retroalimentación de mis consultantes o de personas que han trabajado alguno de mis programas. Mi misión en la vida es ayudar a que más gente logre despertar y descubrir quién es en realidad.

Nunca me he sentido tan orgullosa de mí como hoy. Si lo que has leído resuena contigo, tú y yo debemos conversar.